domingo, 22 de julio de 2012

El cubismo. El motivo geometrizado...

Estimados lectores.
Antes de abordar el tema de hoy, relacionado con una de las vanguardias artísticas más importante del pasado siglo XX y sin duda aquella que implica la mayor revolución y ruptura formal en la representación pictórica de la obra, es bueno señalar que son varias las condiciones sociales y acontecimientos culturales que se crean alrededor de su aparición.

Primero tenemos la exposición de obras de Paul Cezanne (1839 – 1906) en el salón de otoño de parís en 1904. En 1905, se celebra una nueva exposición, esta vez de Seurat y en 1907, se organiza una retrospectiva de Cezanne y la publicación  de las cartas de este a Emile Bernard, en las que se refiere al tratamiento que hay que hacer de la naturaleza partiendo de la idea de que todo se pude reducir al cilindro, el cono y la esfera.
También está el interesado descubrimiento de occidente, por el arte primitivo de los pueblos Iberos, de Oceanía y de África principalmente, considerados hasta ese momento como “objetos curiosos” hechos por salvajes y reducido a museos etnológicos, algo que a partir de ahora, empezará a ser valorado por su simplicidad esquemática y su fuerza expresiva, como un verdadero arte, cuyo lenguaje no estará condicionado o ceñido a los patrones de valoración estética de la civilización occidental. Para los africanos por ejemplo, la naturaleza era una cosa y la expresión artística otra: ellos no tratan de reflejar la realidad desde un punto de vista naturalista, - como esa imitación directa de la realidad que tanto gusta en occidente-  sino que al trabajar sobre un tronco de una madera les interesa sobre todo, la idea o sentimiento que la pieza pudiera transmitir.
Por otra parte, los esfuerzos de los primeros artistas de vanguardia y post-Impresionistas como: Henry Matisse, Rouseau (El aduanero) (1844 – 1910), Gauguin y Vincent Van Gogh entre otros, por consolidar una obra que negara la necesidad que hasta el momento tenía el arte, en ser solo un vehículo para describir o representar la realidad de una manera narrativa. Esto es  algo que poco a poco empieza a fraguar en el gusto y la aceptación del público y que en contra partida, (como se ha visto luego con los años) beneficia a una visión “menos exigente” en cuanto a la fidelidad descriptiva de la realidad, la depuración técnica y los procedimientos utilizados para su realización. Aceptándose como validas incluso aquellas que en otro momento hubieran sido consideradas como inconclusas o simplemente apuntes para estudios, incluyéndose incluso a aquellas que aparentemente se nos muestra con un “deficiente” resultado.
Todo estos acontecimientos entre otros, van a cristalizar en la obra que fue sin duda  la más representativa y la primera de este periodo de 1907; me refiero a “Les Demoiselles d´ Avignon” (Las señoritas de Aviñón) del malagueño afincado en Francia, Pablo Ruiz Picasso (1881 – 1973).
La producción artística de este pintor,  entre los años 1902 – 1904 es conocida como la época azul y se caracteriza por la representación de tristes figuras marginales o indigentes que el artista recrea con un marcado dramatismo que aflora en el aspecto psicológico de sus rostros. Las tonalidades de sus obras pictóricas oscilan entre el azul, el blanco opaco y el gris algo que le otorga a estas obras una atmosfera de irrealidad casi onírica, marcada por una inquietante melancolía de sus personajes. En este periodo Picasso admite sentirse influenciado por los artistas de finales del siglo XIX entre los que destacan el gran Toulouse-Lautrec.
En 1905, Picasso conoció a Guillaume Apollinaire (1880 – 1918) y también al coleccionista ruso Schtoukine, en este momento cambia su paleta hacia los tonos rosas y rojos, concentrando sus argumentos en acróbatas pensativos, jóvenes sobre caballos y payasos en actitudes serias.
La estilizaron de las figuras llevo al artista a asumir planteamientos Cubistas hacia el año 1906 y 1907 manifestándose finalmente en “Las señoritas de Aviñón” y que lo relacionan con algunos modelos de su etapa rosa.
Inspirado en las “damiselas” de un burdel del “Carrer  D´ Avinyó” en el barrio chino de Barcelona, Picasso representa  “Les Demoiselles d´ Avignon” con un tratamiento donde desaparece el modelado de las figuras, la perspectiva del cuadro se contrae mostrándonos  una planimetría inusual hasta el momento y los cuerpos femeninos adquieren un contorno picudo y anguloso, sustituyendo el concepto de belleza  tradicional, por la fuerza expresiva de las formas. Dos  de las figuras femeninas representadas – a la derecha del cuadro – se muestran con una fisionomía que nos recuerdan a la de las mascaras africanas (muy de moda en la época) y la figura de la izquierda, se nos muestra con un perfil de inspiración egipcia. Naciendo así el primer periodo cubista conocido como Cubismo Primitivo ó protocubismo, donde se hacen referencias además, a los temas del paisaje y los bodegones.
Es oportuno señalar que a partir de “Las Señoritas de Aviñón” Picasso, apoyándose en Cezanne y estimulado por el contacto con el arte africano, había roto por primera vez, de manera intuitiva pero consciente, con la tradicional perspectiva occidental basada en un único punto de vista y en la armónica, pero siempre delimitada posición de los planos entre la figura y el fondo, logrando así una sensación de aplastamiento que hace posible un nuevo juego visual donde a veces la figura se posiciona en el fondo y este a su vez, avanza hacia los primeros planos compositivos sin ningún sentido aparente, estableciéndose (como si de una ley filosófica se tratara) en una magnifica relación de unidad y lucha de contrarios.

El marchante Kahnweiler, con quien George Braque (1882 – 1963) había firmado un contrato en el 1907, le presentó a Apollinaire, quien a su vez, le presentó a Picasso. En el estudio de este último, Braque vio la obra “Las señoritas de Aviñón” provocándole un impacto definitivo. En el invierno de 1907 pinto su “Gran desnudo”, que es en definitiva una variante de una de las figuras del cuadro de Picasso. Durante los años siguientes, Picasso y él trabajaron juntos, especialmente en el período de 1910 a 1912, creando el nuevo y revolucionario lenguaje del Cubismo.
En 1908 George Braque expuso unos paisajes que había realizado en L´Estaque (Francia) a lo que el conocido critico, Louis Vauxcelles con su acostumbrado sentido del humor, hacia referencia significando que estaban llenos de cubos. Y de esa opinión un tanto burlesca – lo mismo había ocurrido con el Impresionismo – surge el término Cubismo.
Aunque muchas personas relacionaron directamente el cubismo con los acontecimientos científicos de la época (teoría de la relatividad de Einstein o los avances en el campo del psicoanálisis de Freud) el propio Picasso insistió en que el Cubismo era fundamentalmente pictórico: cuando dice,... “las matemáticas, trigonometría, química, psicoanálisis, música y demás vainas se han relacionado con el Cubismo para darle una interpretación más fácil. Todo eso no es más que pura literatura, por no decir otra cosa, lo cual no ha traído más que malos resultados, cegando a la gente con teorías. El cubismo se ha mantenido dentro de los limites y limitaciones de la pintura, sin haber pretendido jamás ir mas allá”.

El cubismo consta de tres periodos fundamentales denominados como: Cubismo primitivo ó protocubismo, Cubismo analítico y por último, Cubismo sintético:
El Cubismo Primitivo o Protocubismo:
Es aquel que se recoge en la primera etapa del movimiento (1907 – 1910) donde las formas – con una cierta interpretación de la realidad – basan su estructura en la aproximación cercana a las formas geométrica: cubos, cilindros, conos, etc. La paleta del pintor pierde luminosidad y el color se reduce a los tonos, verdes, sombras y azules grisáceos. Aparece la planimetría del cuadro, contraponiéndose a la perspectiva tradicional que buscaba la sensación de profundidad dentro de la obra, provocando de este modo la fusión visual entre el objeto y el fondo.
El Cubismo Analítico:
Segunda etapa comprendida entre los años 1910 – 1912, aunque las formas siguen siendo equivalentes a figuras geométricas, se logra algo más que una simple semejanza a las formas naturales, se analizan de manera que los distintos lados y partes de la forma puedan ser visto simultáneamente por el espectador, conservando igual cromatismo que el la etapa anterior. Los temas abordados por los artistas son principalmente los bodegones, donde podemos encontrar una serie de objetos cotidianos como: pipas, frutas, botellas de vino o absenta, vasijas,  instrumentos musicales, respaldares de sillas alrededor de seccionadas mesas entre otros, lo cual pretende mostrar un reflejo de los ambientes de interiores de cafés y la vida bohemia en que se encontraban.
Aunque por otro lado, nos pueden transmitir el aislamiento e incomprensión del artista en la sociedad que le rodea. En esta etapa también podemos encontrar algún “retrato” de algún personaje relevante dentro del grupo.
El Cubismo Sintético:
Se manifiesta hacia el año 1912, es el momento en el que se introduce en las obras a modo de collage, pedazos de papel y cartón, en particular números y letras recortadas de periódicos y revistas, también trozos de papel para forrar paredes, etc.  La tipografía apárese emancipada de cualquier denotación del objeto y su fusión encierra solo un interés compositivo y de riqueza textural y visual dentro de la obra; pero este fenómeno supone dos cuestiones o acepciones diferentes del signo por un lado, como recurso plástico compositivo ya que ocupan un espacio del cuadro. Y en segundo lugar, como recurso lingüístico que nos remite a un contexto verbal. A demás las letras son paralelas a la tela – o superficie del cuadro – es decir, bidimensionales, elemento que contrasta con los otros objetos representados como botellas, periódicos, números, violines, frutas, mesas, etc., donde el autor persigue una intención de tridimensionalidad, bajo su percepción cubista.

Estas obras se conocieron como “Papiers Colles” ó “Collages”. La paleta del pintor se ilumina como consecuencia de los “Collages”. Interesándole al  pintor además, mostrar una amplia gama de texturas tanto táctiles como visuales como: madera, rejillas, mimbres y estampados de telas, entre otros. El Cubismo también se extiende a otras disciplinas del arte como la escultura y la Literatura, siendo su mayor exponente en esta última, el poeta, novelista y ensayista francés, Wilhelm Apollinaire de Kostrowisky (Guillermo Apollinaire) 1880 – 1918, quien nació en Roma y estudió en el liceo Saint-Charles de Mónaco.
El cubismo literario nace del cubismo pictórico y en este sentido, tanto los pintores como los escritores adquieren la misma denominación y también, porque ambos comparten las mismas concepciones de evasión artística. Tanto Apollinaire, como Cendrars y Max Jacobs (1876 – 1944), se erigen como portavoces de la pintura cubista y mantienen una estrecha sintonía y relación con Picasso, Juan Gris (1887 – 1927) y Robert Delaunay (1885 – 1941). Podeos decir que la poesía cubista, abandona los elementos de musicalidad y rima, para crear una poesía puramente visual, conocida también como Caligrama.
La escultura hasta ese momento estaba basada en la representación humana y el estudio anatómico, muy a fin a los cánones de tipo clasicistas o académicos y aunque a principio del siglo XX, Auguste Rodín (1840 – 1917), Aristide  Maillol (1861 – 1944) y Medardo Rosso (1858 – 1928), habían hecho intentos por distanciarse de estos, no es hasta la aparición del Cubismo, cuando podemos evidenciar los cambios. Sin duda la palabra “Cubismo” explica mejor un concepto tridimensional propio de la escultura, que una idea bidimensional.
La escultura cubista
El cubismo escultórico tiene la misma estética que el pictórico, y los mismos objetivos, pero se trabaja como es lógico, en las tres dimensiones. Las esculturas se caracterizan por la intersección de planos y volúmenes, y la descomposición de las formas. El cubismo escultórico descubre el espacio virtual (el hueco) como elemento compositivo de gran importancia, porque tanto la masa (el volumen) como el hueco sirven para la expresión plástica. Debido a su ausencia del recurso del  color, que sí vemos en la pintura, la escultura se revela como una manifestación artística especialmente valiosa, resultando ésta muy atractiva para muchos de los pintores como Pablo Picasso, que realiza en diversos materiales varias obras entre las que encontramos: “Cabeza de Fernande Olivier” (modelo y su primera pareja sentimental en parís) “Mujer” y “Cabeza de toro” entre otras y George Braque: Mujer de pie.
Entre los escultores cubistas destacan Alexander Archipenko, (1887-1964) el gran escultor cubista, con obras tales como: Torso negro, Cabeza, Estatuas de hierro del parque de la Universidad de Kansas City entre otras. También aparecen Ossip Zadkine con Cabeza de mujer, Constantino Brancuçi: y su famosa columna infinita, Jacques Lipchitz: Marinero con guitarra, Henri Laurens: Mujer ante el espejo, Raymond Duchamp-Villon: Torso de hombre joven, Julio González: Mujer peinando sus cabellos, y Pablo Gargallo: El profeta, Bailarina, Estatua de Arlequín, el escultor cubista más destacado.
En esta disciplina artística también estuvo presente la mano de Picasso con obras como “Cabeza de Fernande” (1910) donde existe un vínculo aun con la escultura anterior, se puede apreciar el interés del autor, por evidenciar las formas geométricas y la importancia del hueco, aunque respetando el sentido anatómico de la figura humana.
La escultura empieza a cambiar y los materiales que se emplean son cada vez más variados como: planchas de chapas de hierro, trozos de maderas, cuerdas, alambres, etc. además se incorpora el uso del color en muchas de ellas, estableciéndose así, un vínculo estrecho entre la pintura y la escultura.
En este sentido el rumano, Constantín Brancusi (1876 – 1957), resulta ser de gran relevancia para el movimiento por el uso novedoso de los materiales y su concepción estilística.
Brancusi llega a parís en 1904 y Rodín al ver su talento, le propone trabajar a Brancusi como su ayudante, ofrecimiento que este rechaza, argumentando: “no se puede crecer a la sombra de los grandes arboles”.
Brancusi contemplaba la escultura con una reverencia inusitada por los materiales, tratando de sacar de estos la forma más esencial y pura basada en un principio de armonía.
De Brancusi, comentaba el escultor, dibujante y grabador británico, Henry Moore (1898 – 1986), “A partir del gótico, la escultura europea se ha venido cubriendo de musgos y de hierbajos, de toda clase de excrecencias que llegaban a ocultar totalmente la forma... la misión de Brancusi ha consistido en desembarazarla de todo ese exceso y en hacernos conscientes de la forma”.
Además de los dos grandes maestros del Cubismo, hubo otra serie de artistas que realizaron un cubismo cercano al de Picasso o Braque, pero con un lenguaje más personal, como Juan Gris (1887 – 1927) y los pintores franceses, Ferdinand Leger (1881 – 1955), Albert Gleizes (1881 – 1953) y Jean Metzinger (1883 – 1956).

Cuando la estética del cubismo se difundió por toda Europa, aparecieron una serie de grupos o tendencias con sus propias características: el Cubismo Órfico, del francés Robert Delaunay (1885 – 1941), que daba una gran importancia al color y empleaba elementos compositivos inventados por el artista; el grupo de Puteaux (1911 – 1913), con el también francés, Marcel Duchamp (1887 – 1968), que aportó un Cubismo dinámico y muy intelectual; el Neoplasticismo del holandés Piet Mondrian (1872 – 1944), el Suprematismo ruso de Kasimir Malevich (1878 – 1935), el Constructivismo escultórico de su compatriota Vladimir Tatlin (1885 – 1953); el Purismo, estética racional y geométrica impulsada por dos franceses Amadée Ozenfant (1886 – 1966) y Charles Edouard Jeanneret. Este último, de origen suizo y llamado Le Corbusier (1887 – 1965), aplicó luego sus principios a la arquitectura.
Se puede decir que con la guerra de 1914, el Cubismo, que había tenido una vida intensa desde 1907, se desintegró como vanguardia artística, aunque su influencia fue enorme a lo largo del siglo XX.
El cubismo es probablemente el movimiento de las vanguardias que más ha influido sobre otras corrientes artísticas sucesivas e incluso sobre la vida actual, la escultura, la arquitectura, el estilo Art – Deco, la decoración, la moda etc., todo es susceptible de absorber su irresistible influencia.
El Cubismo, como dijera el poeta y critico británico Herbert Read, (1893 – 1968) “no fue una fase más del arte, fue un decisivo comportamiento con la tradición. Durante mucho tiempo el arte estuvo entregado a la representación; desde el advenimiento del cubismo en adelante, se entregó a una finalidad distinta, la de la sustitución”.
Y hasta aquí el Cubismo, espero que este haya sido de su agrado y provecho. Los espero en la próxima entrega, en la que les hablaré de un movimiento muy  singular y en cierto modo inquietante, me refiero a “El Dadaísmo”.
Amaury Suárez.

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